Estudio de la obra de William Turner: la evolución de lo figurativo a lo abstracto en su pintura

 

Introducción


En el presente trabajo se revisará la obra de William Turner, el marco histórico en el que se desempeñó y su estilo, así como la transición entre sus obras mas figurativas a las más abstractas. 


William Turner fue un pintor inglés que nació en 1775; en su carrera se enfocó en paisajes, y fue incluso considerado como el pintor de la luz, además de una vasta colección de trabajos sobre el mar,  acompañados por grandes barcos y embarcaciones. 


Turner se desenvolvió, y de hecho, es considerado uno de los más grandes exponentes del romanticismo, corriente artística que rescata el concepto de lo “sublime”; aquella sensación de plenitud indescriptible usualmente seguida de momentos de contemplación ante la naturaleza y sus fuerzas más incontrolables.  


El romanticismo surge como una respuesta al neoclasicismo académico, a las normas más estrictas y cánones de belleza clásicos; en este periodo artístico y cultural se exalta el sentimiento por sobre la razón, al individuo y su mundo interior por sobre el ideal nacional, y a la libertad, que se evidencia en el rompimiento de las reglas de la tradición. El romántico pinta con  trazos abiertos y con emoción y logra mantener cierta nostalgia “sublime”, como haciendo ecos a cuestionamientos filosóficos, al sentido de la vida y nuestra relación con la naturaleza y dios. 


Es en este movimiento que la obra de Turner se aloja; es importante mencionar que este pintor fue reconocido desde muy temprana edad, ingresando a la Royal Academy of Art a los 14 años.  


El estilo personal del pintor es descrito por John Ruskin, amigo de Turner y crítico de arte, como “el artista que más conmovedora y acertadamente puede medir el temperamento de la naturaleza”. Turner se interesó durante toda su carrera en la naturaleza, su ferocidad y asombroso poder: incendios, catástrofes marinas, y fenómenos naturalezas pasaron por su pincel. 


Cabe mencionar que también fue reconocido por su manejo de la luz y su gran fluidez, algo que se especuló podría deberse a la aplicación de técnicas exclusivas de la acuarela al óleo. Turner manejaba con gran maestría ambas técnicas. Fue quizás el hecho de tomar la naturaleza como sujeto principal de su obra la cual le otorgó las licencias de ir disolviendo, con el pasar de los años, cada vez más las imágenes en abstracciones o “atmósferas” de color y luz, perdiendo noción de lo “real” y diluyéndose en la interpretación del espectador, en la posibilidad, en el “non finito” intencional , cuyo propósito se nos es prácticamente imposible de descifrar.  



 Turner y lo figurativo  


Como punto de partida del análisis de la obra de Turner, tomaremos su obra más figurativa. En la imagen 1 lineas abajo observamos una recolección de su pintura más tradicional; este es el Turner que encontró un interés en mostrar la vida del campo Inglés, con obras en donde predominaban los ocres y que nos presentaban escenas cotidianas, es interesante mencionar cómo inclusive dentro de su percepción de cotidianidad siempre estuvo presente la naturaleza como un actor de fondo o secundario.


 En la imagen 2 también podemos encontrar espacios apacibles con presencia de cuerpos de agua, predominancia de la naturaleza como tema o hilo conductor principal de su obra, pero aún así inscrito dentro del marco social de la “ciudad”, con elementos tradicionales a las preocupaciones de los ciudadanos: comercio, ganado, transporte y ocupaciones afines (pescadores, comerciantes, entre otros).  


 

Aún analizando su obra dentro de los límites su pintura más figurativa encontramos también a un Turner que pinta las glorias del país - imperio (imagen 3): su arte puesto a disposición para mostrar la grandiosidad y poderío naval de Inglaterra, algo que toma una especial relevancia si tenemos en cuenta el marco histórico en el que se desarrollaba; con el trasfondo de la gran revolución industrial, cuyo foco fue Inglaterra y que inició con las exportaciones de sobreproducción algodonera a sus propias colonias, el poderío naval inglés, así como su posición geográfica, aislada de Europa continental, pero no completamente, siempre fue una de sus mayores ventajas geopolíticas, y nunca antes habían demostrado tal poder e influencia por sobre sus pares. A pesar del malestar social que trajo consigo, Turner logró capturar, en contraparte a la melancolía de vida del campo, la dimensión de la ciudad efervescente, el comercio vigorizante, las masas, el puerto y los barcos, grandes agentes de este período y símbolos de poder y movimiento.  Incluso encontraremos retratado al gran protagonista de la vida industrial incipiente, el máximo icono del progreso económico, el imparable, veloz, aplastante: ferrocarril (En una de sus obras más famosas “Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril del Oeste”).  

 



Obras como "La Batalla de Trafalgar” (superior izquierda en imagen 3) son claro ejemplo de cómo usando el lenguaje visual y sin mención directa a su nación, se puede llegar a comunicar el impacto y las presiones sociales y económicas de Inglaterra. 

Estas obras representan imágenes dinámicas, complejos paisajes en donde cada fracción  del cuadro narra algo en particular, tienen mucho movimiento y demuestran los ajetreos de la vida de aquel entonces.  

El artista nos presenta su lado más romántico en dos de sus obras maestras más famosas: "Pescadores en el Mar” y “El Naufragio”. (Imagen 4), ambas cuentan historias en donde el mar y el hombre son protagonistas, pero están completamente a merced de la furia de la naturaleza, es sin duda el más claro ejemplo de lo sublime dentro de lo que la pintura figurativa de Turner ofrece. Y, cabe resaltar, demuestran también los esbozos de un Turner que capta la agresividad del mar, y la luminosidad del cielo a punto de una brochazos abiertos que capturan el movimiento. 


 

 

Turner y el "non finito"

 

Mientras ahondamos en el trabajo del pintor vamos viendo cómo tiene también una gran cantidad de pinturas en las que las formas se hacen más difusas con respecto a las más figurativas. Algunas de estas obras muestran a personajes casi deformados, con cuerpos espectrales (como en el caso de “Venice, the Bridge of Sighs”). Encontramos también trabajos en los que la ciudad que solía pintar, con sus puentes, embarcaciones marítimas y gentíos se han tornado más abstractos, ahora es la naturaleza la que parece tomar la narrativa del cuadro (“The Burning of the Houses of Parliament”), obra en la que el fuego secuestra la imagen y la ciudad se vuelve accesoria, el desastre es la fuerza más importante, no el barco, la bandera, no hay presencia del comercio vivo que pintó en otras obras. Ambas obras se pueden observar en la imagen 5. Turner desafía el paisaje tradicional y vemos el predominio de la pintura por sobre el dibujo.  




 

Cada vez nos vamos encontrando con paisajes más desprovistos de sus elementos mas distintivos, el maestro del paisaje va experimento con nuevas maneras de iluminar la pintura, con nuevas formas que desafían los caminos usuales de la imaginación del espectador,  el estímulo visual no es descifrado de forma instantánea sino que requiere una mirada profunda y más cercana, no todo es lo que parece; Turner sigue pintando en ocres y con destellos de luz, pero es indudable que algo ha cambiado en su paisaje.  





Es en esta categorización de pinturas que podemos retomar el concepto de non finito, aquel en el que se encuentra la belleza de una obra inconclusa, siendo justamente este el factor determinante de su atractivo. Observamos en la imagen 6 lineas abajo como este Turner más suelto e inclinado hacia la forma menos definida se va revelando ya no solo en el campo de su maestría que es el paisaje, sino también en su pintura retrato, sus figuras humanas parecen esbozadas, el color se va mezclando con el fondo y las líneas divisorias se hacen más indefinidas.  

 

En su obra “Undine Giving the Ring to Massaniello, Fisherman of Naples” el pintor inglés se deslinda por completo de sus temáticas y ofrece con una maestría inigualable una imagen con tonos sagrados y su vez, lo profano de lo incompleto. La obra con una composición envolvente se torna casi indescifrable, con un halo de la luz protagónico y con casi todas las figuras humanas  desprovistas de su corporeidad, la obra es una fiesta de fantasmas que se sumergen en una masa de cielo y energía.  Este es el mismo Turner que  nos ofrece una vista de su imaginario diabólico, una criatura huesuda surgiendo del cielo o de un cráter, como retorciéndose y haciéndose uno con el espacio (The fall of Anarchy).

 

En este periodo analizado aún podemos encontrar algunos de sus elementos recurrentes. En la imagen 9 se muestran dos pinturas, una que tiene al ferrocarril como centro y peso visual, pero casi perdido en la atmósfera y en la pincelada. Es importante volver a mencionar que Turner vivió el auge de la revolución industrial, uno de los cambios más importantes en la historia de la humanidad.  

Mantiene su esencia también al pintar un barco a meced de las olas y el cielo, un hundimiento que es ahora más difícil de descifrar, pues ya no nos deja todo con la claridad del ojo humano que observa, sino que ha esbozado algunos elementos del barco y deja que el observador de la obra complete la narrativa, entre los colores, el movimiento y la textura de lo que solo podría ser el mar picado y las llamaradas de humo.  



Al seguir analizando su obra en este contexto vemos otros ejemplo interesante (imagen 10); en esta imagen hacemos un paralelo de algunas de sus obras más famosas, como “El Naufragio”, en comparación a “Desastre marino” (ambas en la primera linea de la imagen lineas abajo); una claramente figurativa, aunque con esbozos más sueltos y la otra casi completamente absuelta de las formas, la escena es la misma pero el pintor ya es una persona completamente diferente. 

Así mismo, podemos encontrar la comparación de dos obras que giran en torno a Venezia; en la primera, las formas son casi inexistentes, y existen como mancha (Venetian scene) y el escenario parece más un producto de la imaginación mientras la otra mantiene una cohesión con la “realidad”.


 


Es con esta comparación y paralelo que podemos analizar la última categoría, aquella en la que William Turner deja por completo la pintura académica y figurativa y opta por un estilo complemente nuevo y experimental; ya no nos dejará un ancla a lo reconocible, sino más bien representará un reto para quien observa, ya no se trata de atribuir sus pinturas a la categoría de “non finito” sino de una absoluta representación del vacío, de lo sin nombre, de lo irreconocible, la imagen es una textura, una atmósfera,  la imagen es en medida que tu atribuyas un significado y por ende, es infinita. 



Turner pintor de atmósferas



Según David Piper, las últimas pinturas de Turner pueden ser denominadas “fantastic puzzles”, o rompecabezas fantásticos, y es que así se sienten cada una de sus pinturas, homenajes y estudios a la naturaleza que escapan a la comprensión racional o como en palabras del mismo Turner “no pinto para que sea entendido, sino para mostrar como luce semejante espectáculo”. En sus ultimas obras, el pintor inglés desafía las reglas académicas y de la representación; usa su práctica como una investigación de la luz y el color, las figuras prácticamente desaparecen para dejar solo atmósferas y rayos de luz y movimiento. A este periodo se le atribuye una gran influencia del texto “Teoría de los colores” de Goethe, que el pintor leyó, anotó y descifró desde su disciplina. 


Para lograr la  titánica labor de pintar las manifestaciones de la naturaleza, sobretodo en sus versiones más violentas, y de captar su esencia en cada obra, Turner hizo más de diecinueve mil dibujos, y no se detuvo ante la critica, ante el abandono de la voz más tradicional; hoy sabemos que este trabajo es precursor en el nacimiento del impresionismo y de la abstracción.  


Durante estos últimos años de trabajo, William Turner fue poseído por el ímpetu creador de la naturaleza, incluso hoy en día hay rumores de que en la excentricidad de su etapa más abstracta, el pintor no solo usaba pinceles, sino que también recurría a la espátula y a las manos; y que incluso rasgaba, doblaba, soplaba los pigmentos y hasta escupía las obras en proceso. 

Su pincelada, complemente libre y veloz, empastaba con furia y materia. Hoy, queda quizás como una curiosidad, la historia de que Turner colocaba clavos y marcaba las pinturas para que no se expongan al revés. 


En la imagen lineas abajo observamos “Sunrise with sea Monster”, una pintura incomprensible desde el punto de vista lógico, puesto que en la representación del “monstruo” entramos en el reino de lo onírico. El paisaje se ha deslindado por completo de su realidad. Intuimos el fondo, compuesto por el mar y la presencia de la luz, que en este caso es el sol. Es en este periodo que se hace indispensable leer el nombre del cuadro para poder interpretarlo, pues por sí solo es casi irreconocible. 



 En la imagen 12, encontramos cuatro paisajes del mar en el periodo final del pintor, su océano se ha vuelto más ocre, y podría incluso pasar por un campo de trigo. Su movimiento también se ha difuminado y parece fundirse en capas de color y luz. Todas estas imágenes distan de sus primeras representaciones del océano, que fue en años previos el objeto de dominio, fascinación y mayor inspiración para Turner.  Su mar se torna atmosférico y se pierde en el cielo.




 


En la siguiente imagen, podemos observar una comparación de cómo en el transcurso del tiempo Turner pintó el desastre marino. En todos sus periodos con la misma maestría, pero evidentemente, dejando la forma y el significado en el camino, hasta llegar a solo el color, luz y temperamento puro.   






Finalmente, para cerrar con el análisis visual de la obra de Turner, y como conclusión a este viaje de lo figurativo a lo abstracto, de la tradición a la creación de un nuevo lenguaje visual, presentamos dos imágenes en donde hacemos un paralelo entre el simbolismo usado por el pintor y una fotografía moderna, como un guiño a la posibilidad, a la interconexión, a lo inmortal del lenguaje visual, a través del cual no pasa el tiempo realmente, sino que se comunica con puntos de contacto y similitudes: ¿Turner pintó el futuro? ¿Pintó el pasado? ¿Pintó las imágenes de los sueños…? a la misma manera en que el Bosco describiría un riquísimo lenguaje precursor del surrealismo que hasta el día de hoy causa fascinación. Hoy encontramos en la obra de William Turner paisajes abstractos que bien podrían ser la superficie de Jupiter capturada por una imagen  satelital de alta definición; sus manchas quizás son la amplificación de una imagen microscópica de una bacteria marina…la belleza de sus atmósferas es que son inmortales y atemporales, que no permiten calificar de errada a ninguna interpretación, son campos visuales de posibilidad, pioneros y aventureros en la historia del arte, son parte del gran imaginario de la humanidad.



 



 










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